¿Las fotos roban el alma?

2.25.2023
Cultura

Existe una antigua leyenda que sugiere que ciertas tribus aborígenes se resistían a ser fotografiadas por los exploradores que los encontraban, ya que creían que las cámaras fotográficas les robaban el alma. Esta idea es hasta cierto punto lógica, pues ver tu imagen en un papel, “fuera de tu cuerpo”, es algo ‘raro’.

Esta leyenda está basada en la muerte del artista y etnólogo Guido Boggiani, quien nació en 1887; viajó por Sudamérica y, al cabo de un tiempo, desapareció, por lo que se hizo una expedición, liderada por el explorador español José Fernández Cancio, quien lo buscó y, finalmente encontró su tumba.

Boggiani y su peón habían sido asesinados, presuntamente, por los indios y enterrados con las cabezas separadas de los cuerpos, aunque también es posible que murieran de causas naturales y los indios solo “desmembraran” los cadáveres.

Y es que, de acuerdo con la creencia, separar la cabeza del cuerpo impedía que esos hombres siguieran haciendo el mal. Lo curioso de la historia es que la cámara fotográfica del explorador también fue enterrada, lo que hace pensar que se creía que a tavés de ella se robaba el alma, la cual de hecho es la teoría más para explicar su muerte a manos de los nativos, pues al ser un explorador sus fotografías documentales molestaban a los nativos.

“Había algo extraño en todo esto porque Boggiani había vivido anteriormente, durante años, casi en relaciones familiares con los Chamacocos ... da la impresión que los indígenas asesinaron por miedo, por paradójico que resulte, al hombre blanco que los quería, pero que toleraron entre sí durante demasiado tiempo, por temor a sus brujerías que habían causado ya la muerte de mucha gente”."Le cortaron la cabeza para que su alma no se pudiera reunir con el espíritu de su cuerpo y hacer daño aún después de su muerte. Por las mismas razones destruyeron y enterraron sus enseres de brujo: la jeringa para inyectar, una goma de borrar, un tubo de permanganato, la máquina fotográfica con su soporte y las placas de vidrio... la pérdida o el robo del alma es una tragedia irremediable, una amenaza directa para la salud y la vida.”

Sus pertenencias fueron recuperadas por el explorador y botánico checo Alberto Vojtech Fric (1882-1944), que llegó al Paraguay pocos años después. En agradecimiento, Olivier, hermano de Guido, le obsequió los negativos y otros documentos que permanecen en Praga.

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