La tetera de Russell: la eterna discusión entre ateos y creyentes

10.10.2020
Cultura
"En el espacio hay una tetera que en este momento gira alrededor del sol".

Es el planteamiento inicial en una conversación de tintes filosóficos que ha mantenido viva la discusión entre ateos y creyentes en torno a la existencia, o no, de Dios. En el contexto se incluye la declaración de que hay una tetera girando alrededor del sol en estos momentos y se motiva reacciones a cerca de comprobar si existencia o inexistencia.

Tras escuchar la afirmación, la mayoría de las personas exige que se muestre dicha tetera dando la vuelta al sol, sin embargo, la respuesta es que es imposible mostrarla pues es tan pequeña que el mejor de los telescopios jamás podría percibirla y entonces inicia un espiral en el que ninguno tiene forma de probar su hipótesis: la tetera existe o no existe.

En medio del debate, ¿a quién le corresponde realmente demostrar que existe o que no? Al que afirmó su existencia o al que exigió pruebas de ello y ante la carencia decide negar la existencia de la tetera.

Aunque en apariencia la incógnita luce superficial, ha sido el motivo de múltiples debates entre ateos y creyentes, pues la tetera se compara con Dios. A esta analogía se le conoce como la "tetera de Russell", porque la expuso por primera vez el filósofo y matemático británico Bertrand Russell en 1952 en un artículo titulado "Is there God?" ("¿Existe Dios?").

Dios no existe

El biólogo evolutivo Richard Dawkins, por ejemplo, una de las figuras más reconocidas del ateísmo contemporáneo, se ha referido a la tetera en varias de las entrevistas y debates en los que participa alrededor del mundo.

Pero, ¿qué buscaba Russell con su ejemplo de la tetera y qué papel juega en las discusiones sobre la existencia de Dios?

"Si en libros antiguos se afirmara la existencia de la tetera, se enseñara como la verdad sagrada cada domingo y se inculcara en las mentes de los niños en las escuelas, dudar de su existencia sería visto como una excentricidad y el escéptico merecería la atención de un psiquiatra…o un inquisidor…", escribió Russell.

Russell, que era ateo, quería mostrar que el hecho de que mucha gente crea en Dios, no significa, según él, que en realidad exista. O, dicho de otra manera, que aunque sea imposible demostrar que algo no existe, eso no se puede tomar como una prueba de que sí existe.

Siguiendo la analogía de Russell, los ateos rematan su argumento afirmando que quien tiene que presentar las pruebas es quien afirma que Dios existe.

Como hasta ahora, según ellos, no hay evidencia de la existencia de Dios, entonces no ven razón para creer en él.

"Las afirmaciones que no pueden ser probadas, las aseveraciones inmunes a la refutación, son verídicamente inútiles, sin importar el valor que puedan tener para inspirarnos…", escribió el famoso cosmólogo Carl Sagan en su libro "El mundo y sus demonios", en el que, siguiendo el ejemplo de Russell, jugaba con la idea de que en su garaje había un dragón invisible.

Dios sí existe

En contraparte, los creyentes están convencidos que el planteamiento de la tetera o el dragón no les obliga a buscar más pruebas de que Dios existe realmente.

"La tetera de Russell sí es una pura fantasía", dijo el sacerdote, teólogo y doctor en filosofía Gerardo Remolina, exrector de la Universidad Javeriana en Colombia, durante un debate con Richard Dawkins, en 2017.

Y es que para ellos, basta la existencia misma, de la naturaleza y del ser, de la vida, para afirmar que una deidad vela por el bienestar del ser humano y su entorno. Incluso estudiosos han considerado que el mismo argumento de la tetera se anula a sí mismo al partir de una premisa errada, puesto que, tal vez cuando se originó el planteamiento en 1952, no había muchos medios para probar la existencia de la tetera, sin embargo, hoy en día existen los mecanismos para afirmar su no existencia.

"Si alguien hubiera logrado poner una tetera en el espacio, apunta el catedrático, hubiera sido una noticia de la que todos nos hubiéramos enterado", afirma el filósofo Alvin Plantinga, profesor en la Universidad de Notre Dame en Estados Unidos.

Y es que para el profesor, bajo este ángulo, serían los ateos quienes están obligados a demostrar con pruebas irrefutables que Dios no existe.

De esta manera la discusión se contrapone en argumentos que se desechan y se recrean, propiciando que esta se prolongo por décadas sin vislumbrar, aún, una solución absoluta y satisfactoria.

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