Juana de Arco, una joven campesina francesa del siglo XV, se convirtió en una figura legendaria y heroína nacional. A los 16 años, afirmó haber recibido visiones y voces divinas que le revelaron su misión de liberar a Francia de la ocupación inglesa durante la Guerra de los Cien Años y coronar al Delfín Carlos VII como rey. Con el apoyo del comandante militar local, Juana llegó a la corte francesa y convenció al Delfín de su causa.
Vestida con armadura y liderando a las tropas francesas, Juana obtuvo importantes victorias en batallas clave, inspirando a los soldados y contribuyendo a la coronación de Carlos VII en Reims. Sin embargo, su fortuna cambió cuando fue capturada por las tropas borgoñonas y entregada a los ingleses. Fue sometida a un juicio injusto, acusada de herejía y brujería.
Juana fue condenada a la hoguera y ejecutada a los 19 años, el 30 de mayo de 1431, sin embargo su legado trascendió. En 1456, un nuevo juicio la declaró inocente y fue canonizada como santa por la Iglesia Católica en 1920.
Su valentía, fe inquebrantable y lucha por la liberación de Francia la convirtieron en un símbolo de coraje y determinación, inspirando a generaciones posteriores a seguir sus ideales y nunca rendirse.
La historia de Juana de Arco ha sido objeto de numerosas obras literarias, teatrales y cinematográficas, perpetuando su legado, además se convirtió en un icono de la resistencia francesa en la historia y en una figura emblemática del patriotismo y la valentía feminista.
