El origen del narcotráfico en México - Parte 2

4.14.2020
Historia
La farmacia y droguería "Del Carmen", ubicada en la esquina de la Calzada México-Tacuba, hoy sigue siendo una farmacia.

Para finales de la década de los años 30, en Sinaloa ya no había chinos controlando el contrabando de drogas y éste ya era dominado por los productores mexicanos, la mayoría de ellos concentrados en la zona serrana sinaloense.

Estos productores comercializaban la droga en ciudades como Culiacán, Mazatlán, Guadalajara y en especial en Tijuana y Ciudad Juárez, en donde ciudadanos de El Paso, San Diego y Los Ángeles acudían cada fin de semana a adquirir o consumir. Los campesinos sinaloenses comenzaban a convertirse en acaudalados empresarios locales.

En la Ciudad de México la situación era distinta. El mercado de las drogas era acaparado por los dueños de boticas o droguerías que las conseguían en el extranjero o en pequeños sembradíos ubicados en las afueras de la ciudad.

Fueron famosos los casos de “Lola La Chata”, quien distribuía marihuana en diversas boticas de la ciudad o el de Sixto Vargas apodado “El Tigre del Pedregal”, quien cultivaba la droga en Puebla para luego venderla a boticarios y directamente en la cárcel de Lecumberri.

Lola "La Chata", considerada la abuela del narcotráfico.

En Ciudad Juárez, Othon y Félix Vázquez, dos contrabandistas sinaloenses eran exiliados por el gobierno local y deciden probar suerte en la Ciudad de México. Con gran habilidad, logran hacerse del control de la distribución de marihuana y heroína en las principales boticas pues el producto lo adquirían al mayoreo desde Sinaloa por lo que era más barato que el de los productores locales.

La demanda era grande, la marihuana era muy consumida entre las clases populares y la heroína entre las clases acomodadas. Una nueva droga, la cocaína, comenzaba también a ser muy demandada en las fiestas y salones de baile.

Dos hechos marcaron para siempre el rumbo del negocio de las drogas: en 1939 estalló la segunda guerra mundial y con ella la importación de narcóticos del extranjero se vio drásticamente reducida; y por otro lado, la prohibición total, en 1940, mediante un decreto del presidente Lázaro Cárdenas, de la comercialización de drogas en boticas y droguerías de todo el país.

Esta prohibición, más allá de acabar o aminorar el problema, empoderó a los productores locales que, conforme avanzaba la segunda guerra mundial, comenzaban a tener mayor demanda en el mercado estadounidense. Las autoridades mexicanas lo consentían y el negocio era ya, una forma de vida para muchas familias sinaloenses.

Llegaría entonces una época de auge que abarcaría los sexenios de Ávila Camacho, Miguel Alemán y Adolfo Ruiz Cortines en el que el combate al tráfico de drogas no representó una prioridad para el gobierno mexicano. Todo cambió a partir de 1958, con la llegada al poder de Adolfo López, la irrupción de la C.I.A. en el escenario internacional y el recrudecimiento de la guerra fría.

Redacción IMGGustavo Mendoza

Politólogo de la Universidad Autónoma de Querétaro y estudiante de leyes. Gestor corporativo con experiencia de más de 10 años en la industria privada.

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