El Chalequero: El primer asesino serial de México

5.30.2023
Historia

En la historia de México, se destaca la figura de Francisco Guerrero Pérez, conocido como Antonio Prida o El Chalequero, quien fue el primer asesino serial capturado registrado en el país. Entre los años 1880 y 1888, se le acusó de haber asesinado a aproximadamente 20 prostitutas, dejando una huella de violencia y crueldad en sus crímenes.

Según Ricardo Ham, autor del libro "México y sus asesinos seriales", Guerrero Pérez también fue responsable de la muerte de una mujer de edad avanzada, aunque erróneamente se le identificó como prostituta. El Chalequero adquirió diversos apodos a lo largo de su infame carrera, como ‘El destripador del Río Consulado’, ‘El destripador mexicano’ y ‘El Barbazul mexicano’, pero el más conocido fue ‘El Chalequero’.

Descrito como un hombre guapo, elegante, galán y pendenciero, El Chalequero solía vestirse de manera extravagante, luciendo un saco y un chaleco de charro, además de pantalones de cashmere. Nació en 1840 en la región del Bajío y falleció en noviembre de 1910, en pleno inicio de la Revolución Mexicana, mientras se encontraba en la cárcel del Palacio de Lecumberri, actualmente el Archivo General de la Nación (AGN).

Proveniente de una familia de escasos recursos, siendo el undécimo hijo de un matrimonio marcado por los abusos de su madre y la ausencia de su padre, El Chalequero emigró a la Ciudad de México a los 22 años, en 1862, para trabajar como zapatero. El origen de su apodo, El Chalequero, presenta dos teorías: la primera sugiere que la expresión "a puro chaleco" se refería a su actitud de considerar a cualquier mujer que le atrajera como su pareja sexual, quisiera o no. La segunda teoría simplemente apunta a su gusto por vestir chalecos.

Las investigaciones revelaron que El Chalequero veía a las mujeres únicamente como objetos desechables para su placer sexual. Sus víctimas eran encontradas con signos de violencia y crueldad, con mutilación genital, reflejando un odio extremo en sus crímenes. El asesino violaba a las mujeres para demostrarles su poder y superioridad, y aunque la mayoría de sus víctimas eran prostitutas, las mataba no por su oficio, sino porque eran vulnerables. Se afirma también que El Chalequero las asesinaba porque consideraba que cometían un pecado y que su trabajo era inmoral. Según sus creencias, las mujeres debían lealtad absoluta a sus esposos, y el adulterio merecía ser castigado con la muerte. Los cuerpos de sus víctimas eran arrojados al extinto Río Consulado.

El Chalequero fue capturado por primera vez en 1888 y condenado a muerte. Sin embargo, se dice que el presidente Porfirio Díaz redujo su sentencia a sólo 20 años, por lo que en 1904 fue liberado. Cuatro años después de su liberación, El Chalequero volvió a cometer un asesinato. Esta vez, su víctima fue una mujer de la tercera edad; fue visto por un niño pastor cerca del Río Consulado mientras violaba, torturaba y asesinaba a la mujer y, aunque fue llevado de vuelta a la prisión de Lecumberri, no alcanzó a recibir una nueva sentencia, pues murió en su celda antes de que el juicio pudiera tener lugar.

Se le compara mucho con Jack El Destripador, pues ambos asesinos seleccionaban a prostitutas como sus víctimas y los dos cometieron sus crímenes durante la década de 1880. Sus acciones dejaron una marca siniestra en la historia criminal de sus respectivos países.

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