Entre los años 1858 y 1861 se libró la Guerra de Reforma, un enfrentamiento entre conservadores y liberales que dejó al país sumido en una crisis económica, lo que llevó al entonces presidente, Benito Juárez, a solicitar un plazo de dos años para pagar deudas que tenía con España, Inglaterra y Francia.
Por la situación, los países europeos decidieron unirse para enviar tropas a México y buscar su dinero a la fuerza.
Afortunadamente para nuestro país, esto no sucedió, ya que México se comprometió, mediante los Tratados de La Soledad a realizar los pagos pendientes; por esta razón, España e Inglaterra retiraron sus tropas.
A pesar de esto, Francia decidió romper el acuerdo y un 5 de mayo de 1862, empezó una invasión a las afueras de Puebla.
En este momento, el ejército mexicano, que estaba liderado por el general Ignacio Zaragoza contaba con solo 5.000 hombres, muchos de ellos indígenas y voluntarios que no contaban con entrenamiento.
Mientras que las tropas francesas, dirigidas por el conde de Lorencez, contaban con un aproximado de 6.000 soldados, los cuales no solo superaban al ejército mexicano en número, sino también en experiencia y armamento.
Aunque se creía que ls tropas enviadas por Napoleón III triunfarían, el ejército mexicano se impuso con coraje y valentía, llevándose el triunfo ese 5 de mayo. La batalla finalizó con cerca de 700 franceses muertos y heridos, mientras que en las tropas mexicanas murieron alrededor de 400 soldados.
Un año después los franceses se apoderaron de México y establecieron un imperio que estuvo reinado por el emperador Maximiliano, sin embargo la Batalla de Puebla fue un importante triunfo, que reivindicó la independencia del país y que despertó sentimientos de valentía y patriotismo en todos los mexicanos.
