Por Erubey Gutiérrez Reyes
“Nuestra República debe ser extendida aún, infinitamente. No hay opción. Y de nuestra parte buscamos este crecimiento de nuestro territorio y poder, no como buscan los que dudan, sino con la fe que los cristianos tenemos de dar cumplimiento a los misterios de Dios” Walt Whitman - The Age (23 de junio de 1846)
Comienzo estas letras con este extracto de Whitman en donde se refiere al destino que debe tener Estados Unidos sobre otras naciones. Es en sí un manifiesto sobre la fuerza con la cual el pueblo estadounidense debe buscar ser un imperio, llegando incluso a la cruzada divina para conseguirlo. De esta forma podemos entender que la visión de los EEUU es la de expandirse a nivel mundial, ya sea comercial y económicamente, como política o militarmente. De ahí que los países gobernados por la izquierda llamen a eso “el Imperialismo norteamericano”.
En esta semana México firmo un adendum a lo ya previamente firmando como nuevo tratado de libre comercio entre México, Estados Unidos y Canadá, denominado T-MEC. Recordemos que hoy día está vigente aún el NAFTA o TLCAN en español (Tratado de Libre Comercio de América del Norte) y solo se está esperando la aprobación del congreso de EEUU para que pueda entrar en vigor este nuevo tratado comercial entre las tres naciones. Mucha gente afín al gobierno mexicano y en especial al presidente López Obrador, celebraron con bombo y platillo el acto protocolario celebrado en Palacio Nacional, donde los representantes de los tres países firmaron el documento aceptando los cambios al tratado inicial firmado en noviembre del año pasado, teniendo como protagonistas a los presidentes Trudeau, Trump y Peña. Para este adendum solo el presidente mexicano estuvo presente.
La firma del tratado original se pospuso debido a los problemas que tiene el presidente Trump con su Congreso. La presidenta del poder legislativo, Nancy Pelosi en franca discrepancia con Trump, suspendió la aprobación y comenzó con su propio cabildeo con los gobiernos canadiense y mexicano, sobre todo con este último. Jesús Seade, quien es el representante mexicano para la firma del tratado, fue llamado en diversas ocasiones por Pelosi para modificar el documento original, incluso la misma congresista declaro que Seade no estaba acudiendo a las reuniones que se convocaron a ultimas fechas, dando la pauta para iniciar con esta percepción de que México estaba siendo sometido por EEUU para poder firmar el T-MEC, lo cual se hizo mas evidente con el acto de Palacio Nacional, ya que este documento (el adendum) ya no tuvo a la parte empresarial como participante adjunto, (lo que sí sucedió con el diseño del documento principal en las rondas de negociación que se llevaron a cabo durante 2017 y 2018), y casi nadie sabia del contenido de los cambios.
Los cambios versas en tres rubros principales: 1) el origen del acero con el cual se deben fabricar productos en los tres países, el cambio dice que debe ser de origen de la zona (es decir, de México, EEUU o Canadá) y da el plazo de 7 años para que sea totalmente acero de la región. 2) los mecanismos para las patentes de medicamentos de orígenes naturales que en EEUU si tienen permisos para poder comercializarse y fabricarse. Y 3) el mas controversial de todos, la creación de los “Paneles de consulta” en los cuales se van a supervisar las instalaciones de las empresas para vigilar el aspecto laboral y ambiental, para ello se crean los anexos “MECANISMO LABORAL DE RESPUESTA RÁPIDA EN INSTALACIONES ESPECÍFICAS”. Estos paneles estarán conformados por 5 o 3 personas que serán propuestas por las partes involucradas, ya sea EEUU-México o Canadá-México. Por más que las autoridades mexicanas dicen que este cambio no afecta la soberanía nacional, la realidad es que el desarrollo empresarial que pretenda comercializar a través del T-MEC tendrá tras sus espaldas a los supervisores de estadounidenses y canadienses, este rubro nos hace ver que si se ha vulnerado (nuevamente) la soberanía de México.
Y decimos que nuevamente por varios motivos. Este gobierno ha cedido ante las presiones de EEUU de forma muy clara. El rubro más claro es el de los migrantes; el gobierno mexicano accedió a ser el “muro” de EEUU y contener desde la frontera con Guatemala y Belice, el flujo de migrantes de Centroamérica, el Caribe y África. Solo recordemos la amenaza de incrementar los aranceles a productos mexicanos si no se desplegaban las tropas de la GN en la frontera sur mexicana, y se cumplió. Otro caso ha sido el del combate al narcotráfico; a raíz del lamentable y trágico caso de la familia LeBarón, los cuales tienen ambas nacionalidades (mexicana y estadounidense) y por ello fueron hasta la Casa Blanca a pedir el apoyo de Trump para combatir a los cárteles mexicanos, el presidente de EEUU se atrevió a declarar que pondrían a los grupos del narcotráfico como grupos terroristas. Esto encendió las alarmas mexicanas al saber que una declaración de este tipo pondría prácticamente en suelo nacional a elementos de seguridad e inteligencia de EEUU y que perderían el control de su fallida estrategia de “abrazos no balazos” que a la fecha no ha podido mostrar ningún avance positivo ante la ola de violencia y asesinatos que se llevan registrados. De nuevo México cedió y pidió que no se llevara a cabo dicha declaratoria, pero a la par se sentaron a negociar el adendum del T-MEC y ya sabemos que firmamos lo que pidieron.
A un año de este nuevo gobierno, la soberanía nacional no está gozando de cabal salud. Por el contrario. La imagen internacional es de cooperación sumisa y hasta servil, y para ello el affaire Evo Morales es muy evidente: México lo sacó de Bolivia en plan de apoyo, pero la realidad era quitarlo del panorama de conflicto para sentar una presidenta a modo, y después se especula que para firmar el T-MEC y no declarar como terroristas a esos pobres muchachos “valientes y nobles” que forman los cárteles de la droga, se le pidió que amablemente saliera Evo de México.
Para terminar, la única salida que veo a esta relación tóxica Mex-EUA, es que proceda el “impeachment” contra Trump y este salga del gobierno y no pueda contender en las elecciones de 2020 donde busca la reelección. Solo así, con cambio de dueño de la Casa Blanca, México podría recomponer la lastimada soberanía, esa que muchos dicen que nunca ha existido.