Tlàloc: deidad clave de los mexicas

11.8.2019
Cultura

Situado en el primer cielo de los trece que componen el plano celestial para los nahuas, se encontraba el Tlalocan, que se traduce como “recinto de Tláloc”, el paraíso del dios de la lluvia.


Al Tlalocan llegaban las almas de las personas que habían fallecido por cuestiones que tuvieran que ver con el agua: lluvias, inundaciones, lepra, gota, sarna, frialdad, rayos y deslaves. Esto según lo que relata Bernardino de Sahagún en su obra “Historia general de las cosas de la Nueva España”.


En este cielo habitaban Tláloc y sus ayudantes, los tlaloque, que eran las almas de los niños que habían llegado ahí y se encargaban del rompimiento de las vasijas que contenían el agua en el cielo para que cayera a la tierra en forma de lluvia.


Como absolutamente nadie puede elegir el modo en que dejará este mundo, los nahua trataban de prevenir los futuros escenarios para la partida, haciendo las penitencias correspondientes para llegar a uno de los cuatro posibles destinos después de la muerte que son el Mictlán, Tonatiuhichan, Cincalco y Tlalocan, aunque había un quinto destino que era el Chichihuacuauhco, un lugar al que iban los niños no nacidos.

Entradas relacionadas