Por Erubey Gutiérrez R.
“Llegaron a salvarnos en estos tiempos trágicos
juntos con sus promesas llenas de realismo mágico
y con su lenguaje de mentiras infinitas
convencen hasta las flores de que no son bonitas
te confunden, aunque tengas claridad mental
son de los tipos que le venden hielo a un esquimal
hacen trampa con los votos en la escuela electoral
con estos tipos yo también tengo algo personal”
Residente – Algo personal
La transparencia y la rendición de cuentas son puntos fundamentales para poder decir que se vive en un régimen democrático. Sin estos dos, por más que los gobernantes declaren día con día, mañana con mañana, mitin con mitin, que son diferentes, que ellos son el cambio y la salvación. En el marco de un verdadero Estado de Derecho, donde es el cumplimiento de las Leyes es lo que determina la justicia (no solo judicial, sino social), los gobiernos no pueden ya vivir en la opacidad y en la simulación.
Hace más de quince años se creo en México el IFAI (Instituto Federal de Acceso a la Información). Fue en el sexenio de Vicente Fox que se le dio formalidad al instituto que velaría porque los ciudadanos pudieran conocer plenamente el quehacer de sus gobiernos: gastos, procesos, datos, indicadores, resultados, trámites, etc. Con ello se terminaba un periodo de oscuridad en cuanto a saber en qué se gastaba el dinero y porque se realizaban tal o cual obra o proyecto. A lo largo de estos años, el IFAI se ha ido perfeccionando al grado de que hoy no solo tiene que dar acceso a la información, sino que vigila que se protejan los datos personales de las personas, y que los archivos de las dependencias estén clasificados debidamente en apego a la Ley General de Archivos publicada en 2018.
Otro instrumento es el control del quehacer de los servidores públicos. En el año 2000 se transformó la anterior Secretaría de la Contraloría y Desarrollo Administrativo en la Secretaría de la Función Pública. Esta dependencia es la encargada de vigilar que los servidores públicos y funcionarios realicen su labor apegados a la Ley y a sus normativas de cada dependencia. Con estas dos herramientas se debería de entender que los políticos en el gobierno se conducirían con total honestidad, transparencia y responsabilidad. Pero no ha sido así, es cosa de recordar a los hijos de la señora Sahagún, la casa blanca de la señora Rivera, la de Maninalco del señor Videgaray, la estafa maestra de Rosario, los millones y millones de Elba, de Javidú, de Borge, y muchos etcéteras más que llenarían esta columna y faltaría espacio.
Por eso el principal eslogan de campaña en 2018 del señor López fue acabar con la corrupción. Millones le creyeron. Millones votaron por él y su proyecto. Millones más después le dieron su aceptación al darle una popularidad muy alta al inicio de su gestión. Pero la oscuridad regresó, es como la “nada” que atacaba la tierra de Fantasía en la Historia Interminable de Michel Ende. Y regresó en la figura de personajes con esa oscuridad arrastrando, como Manuel Bartlett, que a su paso por el gobierno de Miguel de la Madrid, después como Gobernador de Puebla, posteriormente como Legislador del PRI y PT, y finalmente de nuevo en el gobierno Federal del actual sexenio, amasó una enorme fortuna que hoy es motivo de burla para los opositores de la llamada cuarta transformación.
El día de ayer, la siempre polémica secretaria de la función pública, Irma Erendira Sandoval, declaró que no había motivo para sancionar al señor Bartlett por las propiedades y empresas que se le adjudican según la investigación del equipo de reporteros de Carlos Loret de Mola. Sus argumentos no son equivocados, ya que se basa en que ella no puede revisar el actuar del señor cuando fue legislador, ni cuando fue Gobernador, y el periodo en que fue funcionario con De La Madrid ya está prescrito para ser revisado. Sin embargo, no era la Función Pública la que debía de conocer el asunto y realizar una auditoría, sino la nueva super dependencia a cargo del super funcionario Santiago Nieto. La Unidad de Inteligencia Financiera era la que debía revisar no la declaración patrimonial del señor Bartlett, sino sus declaraciones de impuestos y que estas coincidieran con sus ingresos, así como haber vinculado las propias de sus hijos y de la señora que vive con él (que según ni es esposa ni cónyuge), con esta simple triangulación podrían determinar si la procedencia de los inmuebles y las empresas era lícita o no.
Obvio sabemos que nunca iba a pasar esto. Y menos a uno de sus más cercanos colaboradores del señor que vive en Palacio Nacional. Por el contrario, es de nuevo un montaje al más puro estilo Virgilio Andrade y Peña Nieto.
Como bien dice y reitera el doctor Edgardo Buscaglia: sin la creación de dependencias fiscalizadoras efectivas y eficaces, sin la aplicación irrestricta de la Ley, sin la voluntad política de los propios gobernantes, líderes de partidos, sindicatos, empresarios y organizaciones de la sociedad civil; México va a tardar mucho en vivir una verdadera democracia bajo el auspicio de un real Estado de Derecho.