Nietzche: el origen del ‘Dios ha muerto’ y el nacimiento del súper hombre

11.6.2019
Historia

Nietzsche había crecido en una familia protestante, con su padre siendo un pastor luterano. El filósofo siempre se mostró interesado en la función del hombre con Dios y qué era aquello que formaba a este “Dios”. Qué era. Quién era.  


“¿No oísteis hablar de aquel loco que en pleno día corría por la plaza pública con una linterna encendida, gritando sin cesar: «¡Busco a Dios! ¡Busco a Dios!». Como estaban presentes muchos que no creían en Dios, sus gritos provocaron la risa. [...] El loco se encaró con ellos, y clavándoles la mirada, exclamó: ¿Dónde está Dios? Os lo voy a decir. Le hemos matado; vosotros y yo, todos nosotros somos sus asesinos. Pero ¿cómo hemos podido hacerlo? ¿Cómo pudimos vaciar el mar? ¿Quién nos dio la esponja para borrar el horizonte? ¿Qué hemos hecho después de desprender a la Tierra de la órbita del sol? [...] ¿No caemos sin cesar? ¿No caemos hacia adelante, hacia atrás, en todas direcciones? ¿Hay todavía un arriba y un abajo? ¿Flotamos en una nada infinita? ¿Nos persigue el vacío [...]? ¿No hace más frío? ¿No veis de continuo acercarse la noche, cada vez más cerrada? [...] ¡Dios ha muerto! [...] ¡Y nosotros le dimos muerte! ¡Cómo consolarnos nosotros, asesinos entre los asesinos! Lo más sagrado, lo más poderoso que había hasta ahora en el mundo ha teñido con su sangre nuestro cuchillo. ¿Quién borrará esa mancha de sangre? ¿Qué agua servirá para purificarnos? [...] La enormidad de este acto, ¿no es demasiado grande para nosotros?” ("La ciencia jovial”, 1882)


En este texto se puede observar que existe una pregunta al principio: ¿Dónde está Dios? Después se nos presenta un escenario donde un conjunto de personas aceptan una resolución negativa hacia la pregunta. Esta gente no cree en Dios y, por tanto, nos lleva a concluir que “ellos” son responsables de que Dios no pueda ser hallado.

“Ellos”, según Nietzsche, representaban Europa a finales del siglo XIX. El avance de la ciencia y la Ilustración llevada a cabo por pensadores como Voltaire y Karl Marx volvía a la teología algo del pasado. Algo impráctico e irrelevante en aquellos tiempos modernos.

Sin embargo, la imagen de Dios ocupaba un lugar en las mentes de los europeos. Una imagen que representaba la moralidad y la razón de ser de los seres humanos. Y este lugar debería ser ocupado, reflexionó el autor de Así habló Zaratustra, por algo más que un hombre: Übermench (superhombre). Es el “superhombre” el que viene a remplazar a Dios. Sus valores e ideas serán las que guiarán al hombre de ahora en adelante.

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