LSD: obra de la casualidad

12.3.2019
Curiosidades

Albert Hoffman nació en 1906 en la ciudad suiza de Baden. Tiene, por tanto, 81 años, pero aparenta no haber llegado ni a la edad de la jubilación. Estudió química en la universidad de Zúrich, y en 1929 entró a trabajar en los laboratorios Sandoz de Basilea, en el departamento de investigación. En 1943, mientras trabajaba en su laboratorio, sin saber por qué, empezó a sentir una sensación extraña. "Estaba en otra realidad, los colores cambiaban...", sin querer había ingerido la sustancia con la que estaba trabajando, la dietilamida del ácido lisérgico, más conocida como LSD. Hoffman ha estado la semana pasada en Cuenca participando en un seminario de la Universidad Menéndez Pelayo titulado Química y ritual.


"En realidad, la primera vez que sinteticé la LSD fue en 1938. En aquel momento, Sandoz estaba interesada en los principios activos de las plantas medicinales, y yo trabajaba con el cornezuelo del centeno, un hongo parasitario que crece en el centeno y que contiene muchísimos tipos de sustancias químicas. Es el que produjo la peste negra y también lo usaban las comadronas para parar las hemorragias después del parto. Uno de entre los muchos alcaloides que contiene afecta al útero de la mujer, produce contracciones y se usa hoy día, sintetizado, para parar la hemorragia posparto".


"Nosotros queríamos aislar los principios activos de este hongo para poder aplicar luego la dosis exacta, y yo conseguí producir uno de esos alcaloides, al que llamamos Methergin, y que sigue usándose ahora rutinariamente en los hospitales. Fue mi primera síntesis en laboratorio. Pero para producir este compuesto debíamos conseguir ácido lisérgico, que es el núcleo común de todos estos alcaloides del cornezuelo. Desarrollamos un procedimiento para producirlo sintéticamente, lo que nos permitía conseguir cualquier derivado del ácido lisérgico".


"Fue entonces cuando produje dietílamida del ácido lisérgico, es decir, LSD. En realidad yo estaba intentando conseguir un analéptico, es decir, una sustancia estimulante del sistema circulatorio. Se probó en animales y no funcionó. La empresa consideró que la LSD no estimulaba el sistema circulatorio, y fue abandonado. Ya no se hicieron más pruebas hasta que en 1943 volví a hacer la síntesis y conseguí de nuevo la dietilamida del ácido lisérgico".


"Estaba en mi laboratorio y empecé a sentirme de una manera extraña, ciertamente extraña. No había tomado nada, imagino que algo debió quedar en mis dedos. De pronto, me encontré en otra realidad, sentía algo extraño, los colores habían cambiado, la habitación había cambiado, mí humor había cambiado, y tenía la impresión de que mi propia personalidad había cambiado, y al cerrar los ojos empecé a tener bellísimas fantasías, imágenes...".


¿Fue un buen viaje?


"Sí, por supuesto; pero no sabía a qué se debía, y sospeché que podría ser la LSD con la que había estado trabajando, por lo que decidí hacer un experimento. Tomé un cuarto de miligramo de esa sustancia, una cantidad mínima, realmente muy pequeña; de hecho, no hay ningún preparado que produzca ningún efecto con un cuarto de miligramo. Incluso tuve la idea de aumentar la dosis, pero preferí ser prudente".

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