La renuncia de Porfirio Díaz

5.25.2020
Historia

Después de casi 30 años en el poder, a un centenario de la Independencia de México, Porfirio Díaz tenía ya 80 años y sufría de varos problemas de salud, entre ellos, una severa infección en las encías, sordera y dolor de rodillas al caminar.

Durante su gobierno se había establecido una paz interna relativa y se alcanzó un superávit en las finanzas, además de llevarse a cabo varias obras públicas importantes. Pero el descontento social y la desigualdad económica ya no se podían negar, y para el gobierno era cada vez más difícil evitar levantamientos en su contra.

En marzo de 1911, en varias partes del territorio mexicano se registraban brotes de violencia que representarían el estallido de la Revolución Mexicana, pese a los intentos de Porfirio Díaz de minimizar la lucha a las miradas del extranjero.

Sin embargo, el 17 de marzo se vio obligado a decretar la ley marcial en el país, lo que suspendía algunas garantías constitucionales a fin de que se sometiera a un consejo de guerra a los “infractores, bandoleros, destructores de ferrocarriles, teléfonos y telégrafos y líneas de transmisión eléctrica, ladrones, asaltantes de villas y plagiarios”, a quienes se les advertía, les esperaba la pena de muerte.

El 16 de marzo de 1911, Díaz anunció su intención de repartir tierras y hacer cambios radicales en su gabinete presidencial, lo que llevó a los secretarios de relaciones exteriores, gobernación, fomento, instrucción pública, comunicaciones y justicia, a presentar su renuncia ante el presidente.

Los secretarios de Hacienda y Crédito Público, José Yves Limantour y el Secretario de Guerra, Manuel González Cosío Díaz, fueron los únicos funcionarios de alto rango que pasaron a formar parte del nuevo gabinete.

Con estas modificaciones, Porfirio Díaz buscaba aparentar el inicio de una renovación social del pueblo de México, a fin de frustrar la lucha revolucionaria.

El 21 de mayo de 1911, Porfirio Díaz y Francisco I. Madero, firmaron los Tratados de Ciudad Juárez, lo que puso fin a la lucha entre las fuerzas que apoyaban a Madero y las de Díaz; dichos tratados estipulaban que Díaz y el vicepresidente Interino Corral, emitirían a fines de mayo, y que Francisco Lóenselas de la Barra, sería designado presidente interino mientras se celebraban elecciones presidenciales.

El 24 de mayo, varios periódicos dieron la noticia de que Porfirio Díaz dejaría el cargo. Multitudes se reunieron afuera de la Cámara de Diputados en espera de confirmar la renuncia. Aquél día, los legisladores no tocaron el tema y llevaron a cabo una sesión completamente ordinaria, lo que desató el enojo de los ciudadanos, quienes llevaron a cabo varias manifestaciones violentas en el centro de la capital.

Oficialmente, su renuncia se aceptó en el congreso el 25 de mayo de 1911, con lo que quedó a cargo el presidente interino Francisco León de la Barra.

Un indígena al servicio del matrimonio Díaz, narró que después de firmar su renuncia, el presidente se dejó caer en un sillón sollozando y le entregó el documento a su esposa a quien le dijo “toma, haz con él lo que quieras”.

Su carta oficial de renuncia, con la que ponía fin a tres décadas de mandato es la siguiente:

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