La inspiraciòn de 'El grito', de Edvard Munch

12.9.2019
Cultura

Edvard Munch (1863-1944) se inspiró para pintar esta obra una tarde en que paseaba junto con dos amigos por un mirador de la colina Ekeberg, desde donde se podía apreciar el paisaje de Oslo. Escribe Munch en su diario en 1891:


“Iba por la calle con dos amigos cuando el sol se puso. De repente, el cielo se tornó rojo sangre y percibí un estremecimiento de tristeza. Un dolor desgarrador en el pecho (...) Lenguas de fuego como sangre cubrían el fiordo negro y azulado y la ciudad. Mis amigos siguieron andando y yo me quedé allí, temblando de miedo. Y oí que un grito interminable atravesaba la naturaleza”.


El cuadro La desesperación (1892), previo a El grito, retrata precisamente ese momento. En él, aparece en primer plano un hombre con sombrero de copa de medio lado, en actitud contemplativa, en un escenario similar.


Sin embargo, Munch siguió experimentando, y pintó un nuevo cuadro, con el mismo título, que muestra esta vez a un hombre, que muestra el rostro pero en una actitud más desesperada, en medio de una escena más sombría.


No satisfecho con los cuadros anteriores, Munch siguió pintando, en busca de la que sería su obra maestra. Probó entonces con una figura andrógina, que está de frente y se lleva las manos a la cabeza con una expresión de profunda angustia, que parece emitir (¿u oír?) un grito.


En los años sucesivos, es decir, entre 1893 y 1910, Munch probaría nuevas variantes de este cuadro, y llega a pintar cuatro diferentes versiones.


La pieza original sería expuesta en 1893 como parte de un conjunto de seis pinturas titulado Amor, que representaba las distintas fases de un idilio. El grito había sido concebido con la idea de colocarlo en la última etapa, la de la angustia y desesperación.

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