Por Erubey Gutiérrez R.
“La gratitud es la memoria del corazón.” Joseph Wood Krutch
El pueblo de México es en su esencia irreverente, son muy pocas las cosas a las que le llegan a mostrar una devoción tal que ningún tipo de mofa lo toque. En México nos burlamos de la muerte, de la desgracia, de las tragedias. Hacemos chistes de todos sin excepción, desde un político hasta de los niños de la guardería ABC (remember Platanito).
De esta misma manera podemos dar una importancia tal a cosas tan triviales como un partido de la selección nacional de fútbol, una festividad católica, el concierto de un artista, una serie de televisión o un programa de concursos. La irreverencia va y viene a partir de lo que el colectivo diga que es bueno o malo. SI hoy nos toca burlarnos de Trump, pues vengan los memes; si toca hacer chistes de los migrantes pues nos aplicamos, faltaba más. Y así linchamos con el mismo rigor un #Lord o una #Lady, que hacemos escarnio del presidente en turno o de algún disparate de famosos en las redes.
Pero… ¿cuándo México siente unidad?
Ya sé qué contestó de inmediato: en los desastres. Tenemos esa idea arraigada de que somos un pueblo solidario porque en terremotos, inundaciones o huracanes salimos a apoyarnos. Pero nada es más falso que eso. La verdadera solidaridad es ponerse en los zapatos del otro para conocer las dificultades que pudiera estar pasando y apoyarle en la medida necesaria para que salga de esa crisis o circunstancia adversa. Y eso no lo hacemos, y mucho menos en estos últimos tiempos de polarización y odio por temas políticos.
Ahora bien… ¿Qué fecha de conmemoración nacional nos llama a la unidad y a la reconciliación? Se bien que pensó de inmediato que la Navidad / Noche Buena, pero lamento decirles de nuevo que no, que ese festejo por sí mismo no llama a ello, sino a la parte espiritual de cada quien y eso si en verdad deseamos tener ese momento introspectivo de reflexión, o en su caso, nos vamos a cenar a casa de la familia, los aguantamos un rato y nos vamos de fiesta, porque eso si nos sale nacionalmente bien. Si algo sabe hacer un mexicano, es fiesta, así no coma a sus horas en meses, una fiesta no se deja pasar.
Han sido muchas las voces que han criticado la adopción de la Noche de Brujas/Halloween, por ser una fecha festiva con muchos más años de tradición en los Estados Unidos que en México u otras naciones de habla hispana. Tanto niños como adultos jóvenes son los que más disfrutan de salir a disfrazarse de cualquier personaje y pedir dulces los niños, y hacer fiestas los adultos (si, de nuevo el factor común: la pachanga). Por eso pienso que si se trata de adoptar costumbres ¿por qué no una que nos llame a ser mejores personas, más empáticos con los demás y con deseos de unidad como pueblo, como comunidad, como familias?
El día de Acción de Gracias en los EEUU (Thanksgiving Day) tiene sus origines en algo muy simple: el momento en que los pueblos migrantes de Inglaterra se sentaron junto a los nativos y compartieron la comida y dieron gracias a Dios (fieles a sus creencias católicos protestantes) por la cosecha y por el año que termina. SI bien como todo hecho histórico tiene sus bemoles, sus cosas negativas y positivas, creo que el fondo del festejo, así como un San Valetín, un Día del Niño, o de las Madres, el sentido debería ser el demostrar gratitud ante la vida, Dios, el Universo o quien sea que creamos, incluso el mismo destino o nuestras capacidades. Una celebración que nos llene de humildad ante los demás, que nos haga sentir falibles y por ende favorecidos de que cualquier proyecto personal o meta en la vida se haya conseguido. Rodearse de los seres queridos y en conjunto dar gracias (dejando de lado cualquier tipo de diferencia) generaría poco a poco, un poco más de empatía, de solidaridad real entre todos, y por qué no, de unidad nacional.
Así que hoy, celebren o no, estén de acuerdo o no con las letras que este servidor les comparte, se les desea que sus metas se hayan cumplido, que tengan por muy mínimo que sea, un motivo para decir “Gracias” y que sea junto a las personas que aman.
Los tiempos en este país son complicados, oscuros, inciertos. Y con los “festejos” oficiales y las “marchas” de protesta que se avecinan el próximo 1º de diciembre, en donde de nuevo veremos un mar de insultos, ataques, mentiras, reclamos y descalificaciones de una parte y otra, yo personalmente prefiero hoy dar gracias por seguir vivo, al igual que mis hijos, mis padres, mi hermana, mi familia en general; dar gracias de que no hubo asaltos ni robos graves, que mi hija salió y regresó a casa sana y salva; que mi nena pequeña crece sanamente y llena de amor, que a pesar de las carencias y malos tiempos económicos que se han pasado, seguimos con ánimo y fe de mejorar pronto.
México nos necesita unidos, más que nunca. Pero si eso de inmediato no es posible, por lo menos que se despierte en nosotros un poquito más la gratitud.