Fátima, la indiferencia y las redes

2.17.2020
Opinión
Esta “nueva” era digital es fascinante en muchos sentidos, pues permite que prácticamente cualquier persona pueda acceder a información que hace algunas décadas hubiera sido impensable. Pero también esta “nueva” era digital es siniestra, es cruel, tiene un lado muy pero muy obscuro.
Parte de esta obscuridad la podemos hallar en las redes sociales, esas plataformas que permiten verter cualquier opinión sobre un sinfín de temas, y el caso mexicano no es ninguna excepción.
Esta semana que inicia será diferente a las demás en razón de que se dio a conocer una terrible noticia en torno a una pequeña de 7 años de edad que en vida se llamó Fátima. De acuerdo con la poca información que comenzó a circular en las primeras horas de este lunes 17 de febrero, la menor desapareció el pasado día 11 del mes en mención en la alcaldía de Xochimilco. Posteriormente la pequeña fue hallada sin signos vitales y con evidentes marcas de violencia. Un presunto familiar dio a conocer en Twitter que incluso algunos órganos de su sobrina no estaban en su lugar.
En la conferencia “mañanera” del titular del Ejecutivo Federal, se le preguntó al tabasqueño su opinión a que lo indicó lo siguiente:
“Yo sostengo que se cayó en una decadencia, fue un proceso de degradación progresivo que tuvo que ver con el modelo neoliberal”. Demasiada teoría para un asunto que requiere, al menos, un discurso de sensibilidad.
El mandatario agregó algunos comentarios más aunque sin mucho fondo. ¿Y en las redes? Los tradicionales escuderos se arrinconaron en su fanatismo y pretendieron, sin mucho éxito, defender a López Obrador criticando las marchas feministas y los denominados “performances” que organizan numerosos grupos de mujeres. Es decir, intentaron menoscabar el asunto de Fátima pretendiendo subir a la mesa de debate otros tópicos. Al más puro estilo de la frase “el PRIAN robó más”.
Probablemente la familia de Fátima esperaba un poco más. La “mañanera” se ha convertido (desde hace tiempo) la “palestra” desde la que el Presidente santifica o maldice.
El asunto de Fátima no es menor, pues revela una parte muy siniestra de la sociedad mexicana. Vaya, no es la primera vez que se muestra de esa manera pero en esta ocasión parece que será distinto por tratarse de una menor. El acontecimiento llega justo en un momento en el que se exige a gritos justicia para las mujeres; el caso de Ingrid Escamilla reavivó aún más este tema.
Parece haber indolencia en esta administración, claro, no es de sorprenderse puesto que no es la primera ocasión pero lo que llama la atención es que aquellos que se mostraron distintos están resultando ser “similares”, por no decir iguales, que el resto de la clase política gobernante. ¡Qué falta de empatía! Todavía la semana pasada, para variar en una mañanera, un reportero –Carlos Domínguez- apapachó al Ejecutivo: “ya habló mucho sobre feminicidios”. Al final se disculpó, pero lo dicho ya había quedado para posteridad. ¿Qué pensará ahora?
Las redes se han volcado sobre esta triste y dolorosa noticia. Casi al mismo tiempo, aunque pasó desapercibido, se informó que una joven de nombre Fátima (igual que la pequeñita) de 20 años, estudiante de la UNAM, había sido localizada y con vida. Los comentarios en redes fueron, entre otros tantos: “andaba de coscolina”, “se ve muy contenta en esta imagen de seguro la paso bien rico en el hotel”. Pareciera que la prefieren muerta. ¿Qué nos pasa?
El caso de Fátima debe dejarnos una fuerte reflexión en torno a lo que pasa en nuestro país y el modo en el que nuestra autoridad reacciona ante acontecimientos como este. Quienes encabezan las instituciones públicas deben centrar sus esfuerzos en resolver este hecho, están obligados por ley y por la fuertísima presión política que imprime la sociedad civil (aquella que alguien desprecia).
Ni una menos.
Redacción IMGDiego Parra

Politólogo egresado de la UAQ.

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