El verdadero Drácula

6.4.2021
Cultura

Drácula es uno de los personajes ficticios que más temor causan cuando se piensa en en él, al igual que Vlad III, su homónimo histórico, conocido en su apogeo como Drácula o Drãculea, en rumano antiguo, un príncipe medieval con una sed figurativa de sangre.

A finales del siglo XIX, el escritor irlandés Bram Stoker concibió una novela de terror relacionada con las leyendas centroeuropeas sobre vampiros y no muertos que ya habían servido de inspiración a otros autores decimonónicos como John Polidori, el médico y compañero de viajes de Lord Byron.

Indagando en este tipo de historias, Stoker tuvo conocimiento de la existencia de un príncipe rumano llamado Vlad Draculea, que había vivido en el siglo XV y se había hecho célebre, entre otras cosas, por su gusto por lo sanguinario.

La fortuna del sobrenombre de Drácula se debe en realidad a una confusión. Su padre, el príncipe o voivoda Vlad II de Valaquia, había ingresado en 1428 en la Orden del Dragón (Drac, en húngaro), de la mano del emperador Segismundo de Luxemburgo. Por ello fue conocido en adelante como Vlad Dracul, mientras que a su hijo se le llamó Vlad Draculea, esto es, hijo de Dracul. Sin embargo, en la mitología rumana la figura del dragón no existía y el término dracul designaba al diablo, con lo que Vlad III pasó a ser en rumano “el hijo del diablo”.

Ello coincide con la leyenda sobre la crueldad y ánimo sanguinario de Vlad, recogida ya por crónicas de su época. En ellas se le presentaba como un príncipe aficionado a la tortura y entusiasta de la muerte lenta, que solía cenar bebiendo la sangre de sus víctimas o mojando pan en ella. Se calcula que en sus tres períodos de gobierno, que suman apenas siete años, ejecutó a unas 100.000 personas, en la mayoría de las ocasiones mediante la técnica del empalamiento. Por esta razón se le conoce desde el siglo XVI como Vlad Tepes, esto es, Vlad el Empalador.

Drácula, la obra más famosa del escritor Irlandés, Bram Stoker, es ahora una de las novelas más aclamadas a nivel mundial; sin embargo, en su momento pasó sin pena ni gloria. No sería hasta 1922 cuando el director de cine alemán, F.W. Murnau llevó a la pantalla la obra maestra del cine mudo Nosferatu y, posteriormente cuando el actor húngaro Bela Lugosi encarnó al malvado conde en diversas películas, cuando el personaje vampiresa creado por Stoker se hizo mundialmente famoso, convirtiéndose en un mito de la cultura universal.

Drácula fue escrita en plena época victoriana y trata de algo muy insólito en esa época: el deseo sexual. Y no lo hace sólo cuando se refiere a los escarceos amorosos del conde, sino también cuando habla del "consentimiento" de las víctimas, cuando éstas permiten la entrada del vampiro en su dormitorio. Esto explicaría la bienvenida que da el conde Drácula al abogado Jonathan Harker al principio de la obra: "Entre libremente y por su propia voluntad".


El auténtico Drácula


El verdadero Drácula con huella en la historia real fue Vlad III (también conocido como Vlad el Empalador). Nació en Sighisoara, Transilvania, en 1431. Fue príncipe de Valaquia, lo que actualmente es el sur de Rumania, entre 1456 y 1462. Vlad era ortodoxo, pero posteriormente se convirtió al catolicismo.

Vlad fue príncipe de Valaquia hasta tres veces: en 1448, 1456–1462 y 1476. Valaquia era un reino que hoy día comprende la mitad sur de Rumania. Su título oficial era Vlad III, o Voivoda (Príncipe) de Valaquia.

El padre de Drácula fue asesinado, mientras que a su hermano mayor, Mircea, le dejaron ciego al colocar estacas de hierro al rojo vivo. Posteriormente fue enterrado vivo; dos hechos que contribuyeron en suma a que Vlad se volviera tan vil y sádico más tarde una vez libre.

Vlad vengó a su padre asesinando a cientos de personas. Vlad III pasó gran parte de su vida de jovenzuelo en una prisión turca, y cuando fue liberado descubrió que su padre había sido traicionado por su pueblo y enterrado vivo por las tropas húngaras. Sabía que muchos de los nobles que habían servido bajo su padre estaban involucrados en la traición; pero como no sabía específicamente cuáles, los invitó a todos, unos quinientos en total, a una fiesta en su casa. Una vez que terminó la fiesta, los soldados de Vlad entraron a la habitación y empalaron a todos los nobles presentes. Drácula continuó usando esa táctica innumerables veces.

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