Un invento tan sencillo como útil, se terminó convirtiendo en un elemento tan valioso que sigue siendo indispensable en los automóviles actuales, a pesar de haber pasado 50 años de que Robert Kearns inventó el limpiaparabrisas intermitente.
La genial idea de Kearns estaba protegida desde que la ideó: con un registro de cinco patentes, estaba asegurado desde 1964 de que cualquier gran compañía automotriz que quisiera usar su invento, tendría que pagar por él. Para ello, Kearns hizo todo el proceso como cualquiera: fue a presentar su invento.
Sin embargo, en cada oportunidad con Chrysler y Ford fue rechazado su proyecto. Pero a pesar de ello, ambas compañías comenzaron a usarlo en 1969 sin brindarle ningún tipo de pago. Por ello, en 1978 demandó a Ford, juicio que terminó ganando hasta 1990 por 10 millones de dólares. El mismo proceso lo inició con Chrysler en 1982, ganando diez años después una indemnización de casi 19 millones de dólares más intereses.
