El dilema ético de la foto de la niña y el buitre

11.5.2019
Historia

Un hombre sudafricano de raza blanca, educado, formado y bien alimentado observa cómo una niña africana yace exhausta de hambre ante la mirada expectante de un buitre. Algunos piensan que quizás el buitre espere su muerte y otros, que tan sólo esperaba sus excrementos. El hombre blanco toma fotografías durante 20 minutos esperando alguna reacción de la niña o del buitre.


No pasa nada y decide marcharse llevándose aun así, una de las fotografías más dolorosas e icónicas que todos recordamos. Llego a ser portada de The New York Times y acabó ganando un premio Pulitzer. Lejos de disfrutar el éxito profesional y los aplausos que le llegaban del otro lado del Átlántico, a los dos meses de recibir el premio en Nueva York, el fotógrafo se suicidó.


Kevin Carter, autor de esta fotografía que fue publicada en The New York Times, se suicidó semanas después de ganar el premio Pulitzer en 1994. La opinión pública entendió la foto como una alegoría de lo que sucedía en Sudán: Kong era el problema del hambre y la pobreza, el buitre era el capitalismo y Carter era la indiferencia del resto de la sociedad.


Este chico que, por aquel entonces tenía 32 años, visitó en avioneta la aldea sudanesa de Ayod en 1993 para denunciar la hambruna y la guerra que sufría el país y su fotografía es, sin duda, el icono más representativo del hambre en el continente africano.


– Siempre se dijo que había sido una niña, pero era un niño, y se llamaba Kong Nyong;

– El niño no estaba moribundo, estaba defecando como consecuencia de las diarreas que padecía;

– Además, llevaba en su mano derecha una pulsera de plástico correspondiente a una estación de comida de la ONU que lo identificaba como T3, es decir, como enfermo de malnutrición severa. El 3 es porque fue el tercero en recibir la ayuda en el centro;

-El buitre simplemente estaba merodeando la zona, no acechando al niño;

-Kong Nyong no murió en ese momento, sino muchos años después, en 2007, por unas fiebres.


Se apunta a que otros factores personales también influirían en la decisión radical de Carter de quitarse la vida pero la inmensa presión social acusándole de ser un carroñero vendido por una simple foto que no ayudó a “esa niña” y solo se aprovechó de su desgracia para obtener fama, sin duda, debió ser un elemento muy importante en esa decisión.


Tras la publicación de la fotografía Carter pasó de reportero a fotógrafo de naturaleza. Sufrió dos duros golpes: por un lado, la presión de la crítica y, por otro, el asesinato de su amigo Ken Oosterbroek el 18 de abril de 1994, mientras cubría un tiroteo en Tokoza, Johannesburgo. Se dice que años antes intentó suicidarse, que fumaba white pipe —una mezcla de marihuana, metacualona y barbitúricos—, que tenía graves problemas familiares y una personalidad algo desordenada —perdía sus carretes en aviones y aeropuertos—, que era depresivo y que tenía una vida caótica, con un sinfín de experiencias trágicas.

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