Su elaboración se inició en los conventos y la leyenda dice que su nombre proviene de Jérica, un pueblo de la provincia de Castellón en Valencia, España, cuando la monja Jenara Caracalla (originaria de esa región), quien en ese momento se encontraba en la cocina del Hospicio Cabañas (nombrado den 1997 por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad) se encontraba buscando una receta francesa para preparar un postre nutritivo para los niños del hospicio y al cambiarle los ingredientes, dio como resultado ese postre al que de cariño le otorgaron el nombre de jericalla en honor a la monja.
La monja Jenara realizó el postre a base de huevo, leche y azúcar y le puso un toque de canela y vainilla. Pensó en hornearlo y al tener que servir a tantos niños que estaban en el Hospicio Cabañas, lo olvidó dentro del horno y al momento de sacarlo notó que se quemó de la parte superior.
Al probarlo, la monja se dio cuenta de que esa parte quemada, le otorgaba un sabor especial y agradable al postre, tanto así que cuando decidió servirlo a los niños, se convirtió en un rotundo éxito. De esta manera, la receta y su popularidad se fueron extendiendo poco a poco por las colonias de Guadalajara y otros estados, hasta convertirse en un postre insignia tradicional de ese lugar.
Hoy en día, a la jericalla se le reconoce a nivel internacional como un postre de origen mexicano. Su delicioso sabor y su fácil elaboración, le han convertido en uno de los favoritos de los negocios y hogares mexicanos.
