“Probablemente de forma inconsciente, estaba pintando la soledad de una gran ciudad”, dijo el propio Hopper de esta obra. Efectivamente, “Nighthawks” no es sólo la obra más famosa y reproducida del artista, sino que se ha convertido, por derecho propio, en el símbolo de la soledad de la metrópolis contemporánea y en uno de los iconos del Arte del siglo XX.
De esta pintura se han hecho multitud de interpretaciones y consideraciones subjetivas, demostrando así la terrible emoción que ésta provoca en el observador. La visión de estas cuatro figuras anónimas (misteriosamente, Hopper llamó a esta obra una pintura “de tres personajes”) en el interior de un sobreiluminado bar en la noche de una oscura jungla de asfalto consigue producir una sensación de soledad inevitable. A destacar que, al no representar la puerta de acceso al local, Hopper ha convertido el establecimiento en una prisión de vidrio en la que nadie puede entrar –ni salir.